Ivone Juárez / La Paz
Cuando el diseñador Alejandro Cartagena recibía en su atelier de la calle Kollasuyo a una de sus clientas para probarse las polleras, blusas y mantas que él diseñaba, “con todo respeto” -aclara- su imaginación echaba a volar al verla tan concentrada en ese ritual que la chola paceña convierte el momento de vestirse con todas las prendas y accesorios que hacen a su traje tradicional.
Confiesa que la sensualidad que estas mujeres traspiran al cubrir poco a poco su desnudez con la transparencia de los centros, antes de ponerse la pollera, lo llevaba a imaginarlas con esas prendas tradicionales pero mostrando más piel, sobre todo en la parte superior de sus cuerpos, cubiertos completamente con la manta y casi sellados con un ostentoso topo. Esa idea se reforzaba al verlas girar mientras se contemplan en el espejo al terminar de vestirse, para comprobar que los encajes de los centros estén alineados a la perfección.
“Una mujer con tanto encaje en la base de los centros no puede no ser sensual. Al ver la parte superior de su cuerpo tan tapada, generando demasiada carga visual, comencé a pensar que podíamos mostrar un poco de piel y lograr una nueva estética en un atuendo tan hermoso”, expresa el diseñador paceño.
Así el también escultor, propietario de Las Mayas Glamour, comenzó a diseñar blusas de chola paceña con escotes profundos y transparencias que muestran hombros, brazos o parte de la espalda. También creó corsets y bustiers en aguayo combinados con satín, terciopelo, tul u otros géneros delicados, bordados con hilos dorados, plateados, mostacillas, canutillos e incrustaciones de piedras brillantes. Los combinó con las polleras, sin alterarlas, y tacones altos, sin dejar de lado el sombrero Borsalino, los ostentosos aretes y las coquetas tullmas.
Cuando el diseñador, que nació en Sopocachi, habla de su innovación lo hace en plural. Explica que lo que logró es también resultado del trabajo y apoyo de su pareja, William Ventura, con quien no para de pensar cómo innovar el atuendo tradicional con un firme objetivo: convertirlo en un traje de fiesta y de fantasía que cualquier mujer quiera lucir, no sólo en Bolivia, sino en el mundo.
“En los viajes que realicé y realizó a Europa me di cuenta de que si bien nosotros no exportamos el traje de la chola paceña, hay diseñadores que se inspiran en ese atuendo, así como Jhon Galliano, que entre sus colecciones presentó un traje muy parecido al de la mujer de pollera; entonces por qué nosotros, los bolivianos, no podemos hacerlo”, cuestiona Cartagena, quien actualmente se sigue especializando en diseño de modas en España.
Junto a William, dio sus primeros pasos en La Paz y en las pasarelas locales lanzó más de una de sus propuestas. Pero como nadie es profeta en su propia tierra, más de uno lo ha criticado por “profanar” el traje de la mujer tradicional. “Escándalo”, “descaro” y “vulgaridad” fueron los términos que algunos lanzaron contra sus creaciones.
“Cuando comencé a mostrar las prendas tuve a casi toda la Kollasuyo en contra, llamaron escandalosos a mis diseños y me advirtieron que no podía empezar así, me amenazaron con expulsarme y procesarme. Me asusté. También recibí muchas críticas en las redes sociales”, cuenta. La Kollasuyo es el centro de la moda de la chola paceña, un calle con más de 500 tiendas de confeccionistas y artesanos que durante años han mantenido intacto el atuendo, innovando con colores de moda, texturas y otros detalles, pero no más.
“¿Por qué no podemos modernizar este atuendo que es tan rico en cuanto a color, textura y formas? Tiene accesorios tan variados y exquisitos, como el sombrero, los aretes, las tullmas y los centros. Se pueden crear contrastes, analogías y bicromías, generando un impacto visual fuerte. Apostamos a eso y nos portamos arriesgados porque sabemos que la mujer de pollera quiere sentirse más sensual”, asegura Alejandro.
Su aseveración no es gratuita. Él y su pareja comprobaron que la mujer de pollera se siente atraída por la innovación en su traje y la idea de mostrar algo de piel, aunque por el momento sólo en eventos sociales. “En la fiesta del Gran Poder, con William nos transformamos, somos Las Mayas. Rescatamos el personaje de la china negra de la morenada que se estaba perdiendo y el siguiente paso fue innovar su traje, empezando por no diseñarlo tan tapado, darle un toque de sensualidad. A muchas folkloristas les gustó y nos pidieron atuendos similares. Ahí nos dimos cuenta de que la mujer de pollera, la que baila, la folklorista está dispuesta a sentirse más sensual”, afirma el diseñador.
Considera que con las prendas que propone para exportar el atuendo ocurre algo similar a lo que se dio con el maquillaje. “Cuando comenzamos a bailar en el Gran Poder casi ninguna mujer de pollera se maquillaba, sólo nosotros, como transformistas, pero comenzaron a pedirnos que las maquilláramos y ahora es común verlas así”, explica.
Del traje para un maniquí
Alejandro Cartagena estaba graduado como escultor y tenía una maestría en filosofía e historia del arte cuando comenzó a viajar a Italia por negocios, y en ese país identificó unos sombreros Borsalino que decidió importar a Bolivia. Se instaló en la Kollasuyo, en un local donde, para mostrar los Borsalinos, puso un maniquí que vistió con un atuendo de chola paceña que él mismo diseñó. Se trataba de un traje rojo. La manta estaba decorada con aureolas azules que la recorrían entera. La pollera también tenía las figuras, pero estaban en sus bordes, bordadas a mano por Alejandro. El modelo sólo estuvo unos días en el maniquí, porque una mujer empeñada en poseerlo lo compró.
“Apareció otra señora que quería el atuendo, pero como estaba vendido, me pidió otro y me dio toda la libertad para el diseño. Hice tres con una tela en degradé que iba del azul al violeta, con mariposas bordadas. Quedó fascinada y me recomendó con otras mujeres de pollera. Empecé así y el gusto que proponía, la exclusividad en los diseños, tenía aceptación. A la semana vendía dos o tres atuendos”, recuerda.
El siguiente paso fue proponer que la mujer marca La Paz mostrara algo de piel.
Si en La Paz su propuesta aún sigue siendo considerada un “escándalo” por algunos, sus diseños ya llegaron con éxito a Brasil, Colombia, Perú y Argentina, además a una bienal en Panamá. El siguiente año pasearán por pasarelas de París gracias a la especialización que Alejandro hace en España.
El diseñador que busca exportar el atuendo tradicional aclara que sus diseños respetan su esencia, porque cuando los crea lo hace pensando en la chola paceña, en cómo ésta trenza sus cabellos con la tullma; también piensa en ese coqueteo que imprime en el movimiento que le da a los flecos de su manta. “Usan los flecos y la pollera para mostrarse sensuales, por eso cuando bailan se mueven mucho, con movimientos casi agresivos, porque cuando giran y muestran sus centros están mostrando su sensualidad”, afirma.
Zenaida es una chola paceña seducida por la moda que Alejandro busca imponer, pero sólo se rindió ante una blusa de cuello bote que muestra sus hombros; la usa para fiestas. Si bien al principio se sintió incómoda con la prenda, la sensación se fue cuando comenzó a tomarse fotos, colgarlas en su Facebook, y a grabar sus Tic Toc. “Uso la blusa pero generalmente tengo la manta que me cubre porque las mujeres de pollera somos conservadoras, recatadas”, dice .
“Las pasarelas con cholitas descubiertas son muy criticadas” aclara. Alejandro cree que es cuestión de tiempo, pero insiste que su objetivo es universalizar el elegante atuendo sin que éste pierda su identidad.