Realizar una actividad de manera constante, con tradición que se vuelve costumbre y de manera comunitaria, es decir que se comparte con las personas de nuestros entornos, es una práctica social; con esto podemos entender claramente que la crianza y todo lo que ésta implica conlleva a prácticas sociales: lactar, cambiar el pañal, cocinar saludable y acorde a la criatura, mantener limpio y ordenado el hogar, arrullar, dar de comer en la boquita, cocinar, etc., etc., etc. Dichas prácticas sociales son el sostén de todo en nuestras vidas. Sin embargo, en una sociedad machista que tiende a no priorizar a las mujeres ni los ámbitos donde se desarrollan, es muy probable que la crianza y todo lo que ésta implica no sea valorado a diferencia de por ejemplo: las finanzas, la guerra, la geopolítica, solo por poner algunos ejemplos; pensemos sobre qué temas tratan los encabezados de los más prestigiosos tabloides.
Lo anterior pretende ser una introducción breve para reflexionar acerca de cómo está configurada la sociedad machista, donde sigue vigente una jerarquización tanto simbólica como material, en torno al lugar que se le da al espacio doméstico, la afectividad, los cuidados y el amor; lo anterior es el resultado de seguir en una lógica donde todo está atravesado por el género: lo masculino valido y superior, lo femenino invalido e inferior (según el pensamiento patriarcal).
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No obstante, es importante romper con dicha lógica patriarcal y binarista, porque existe una forma de actuar desde la normatividad y los mandatos que la sociedad implanta por la fuerza y de manera latente, y otra que es a partir de cuestionar dicha normatividad ylas convenciones sociales que promueven condiciones de desventajas para unas y ventajas para otros; esto último lo podemos lograr a partir de cuestionar la forma de crianza convencional que sigue replicando estereotipos de género y conductas sexistas donde el centro es seguir etiquetando a las infancias y verlas como seres inferiores, para abolir dicha crianza convencional hay una propuesta feminista para ejercer cada día la crianza feminista.
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-Detectar el adultocentrismo o sea, todo comportamiento que provoque o replique la inferioridad y demerite a las infancias y juventudes, porque aunque tengan menos edad que tú, también merecen tu escucha activa, al dialogo en reciprocidad y con buen trato de por medio, sin aleccionamientos de por medio ni aires de grandeza.
-Respetar sus procesos y la empatía, recordar que tú también fuiste niña/o y que a veces necesitaste ir a tu ritmo sin presiones de por medio; que mejor para comprender a las infancias de tu vida volver a la criatura que fuiste y compórtate como te hubiera gustado que te trataran cuando fuiste menor.
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-Buen trato hacia mí misma, hacia las infancias y hacia cada toda persona con quien interactuamos, porque un rasgo muy bello referente a las relaciones intergeneracionales es que las/los adultas/os somos referentes de la niñez, por lo que si me trato bonito construyo el puente para que las criaturas de mi vida también se traten bonito. Así desde tierna edad, llevarán una relación satisfactoria consigo mismas y las personas de su entorno.
-No sexualizar a las infancias, ni imponer roles de género, como por ejemplo maquillarlas, normalizar que bailen y escuchen reggaetón, decirles que si tienen novio/a, en concreto, dejar que vivan su infancia plena y transparente, sin los mandatos del mundo adulto; todo a su tiempo, respetar sus propios procesos.
¿Qué es la crianza feminista?
-No "generizar" sus gustos, con esto me refiero a dejarles escoger el juguete que mas les guste, o el color de vestimenta con el que se sientan mejor, pues eso de que el rosa es para niñas y el azul para niños en pleno siglo XXI es inaceptable, la ropa, los juegos, los juguetes, las emociones etc., no tienen género, y las infancias deben ser libres de elegir y tener como centro ser ellas mismas, libres de cualquier etiqueta.
-Lenguaje: enseñarles la importancia de nombrarse, nombrar y desde dónde se sitúan. Por último, dialogar, poner límites (porque hacerlo es autocuidado) y no imponernos (asertividad), respeto en reciprocidad.
¿Y cómo logramos estas claves?, con: paciencia y comprensión, sin dejar de lado la importancia de una red de apoyo para la contención y acompañamiento. Y nunca desconsiderar el trabajo en equipo con quienes criamos, es decir la maravillosa CORRESPONSABILIDAD.
*Margarita Mantilla (Ciudad de México, 1985) Socióloga e investigadora feminista, Maestra en estudios de la mujer por la UAM-X. Cofundadora de CoCu (Colectiva Cuerpa), Feministas de la UAM-X, Me gusta menstruar y creadora de Tallercitas feministas (espacio para la formación política feminista). Especialista en teoría feminista, desde donde trata los temas de maternidad, economía feminista, acoso callejero, vientres de alquiler, relaciones de género, gordAfobia y más. Apasionada por la música, el cine y la literatura, especialmente donde las realizadoras son mujeres.
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