Por Eduardo Limón
Los jeans negros son una pieza quintaesencial de nuestro armario; no hay más. No existe absolutamente nadie que pueda debatir eso. Históricamente, este pantalón de mezclilla ha sido elemental para definir un carácter sofisticado, rebelde y misterioso en todos nosotros. Basta con que recordemos los años 50, cuando las estrellas del naciente rock & roll le usaban para dejar muy en claro que su personalidad iba en contra del orden establecido. Un gesto que prevaleció hasta los años 70, mientras la escena punk y new wave le convirtió en una suerte de uniforme underground. Lo mismo una década más tarde; escenario en donde las bandas de rock y otros géneros afianzaron esta prenda como un básico de los guardarropas en todo el mundo, sin importar edades u ocupaciones.
Lo genial de este pantalón es que, como las grandes piezas de diseño y las seminales ideas de moda, ha sabido permanecer en el uso de la gente. Auténtico para sí y para todos. Los jeans negros siempre hacen sentido; siempre tienen algo qué ofrecer y hasta se han convertido en una alternativa medianamente formal cuando no sabemos qué ponernos. La evolución de los códigos de vestimenta se ha dado muy de cerca a ellos, pues combinan con prácticamente todo; desde sudaderas de diseñador hasta camisas realmente baratas que puedes conseguir en el súpermercado —no olvidando un buen blazer, por supuesto—. Podríamos decir que estos pantalones son a la vida de todos los seres humanos lo que el little black dress es al armario femenino: un fiel compañero que, en su versatilidad y desarrollo, jamás pasa de moda y siempre tiene buenas soluciones.
Desde que Elvis Presley popularizó esta prenda con Jailhouse Rock hasta la fecha, no podemos negar que estos son los jeans más cool que existen sobre la faz de la Tierra —después del poder innegable que tienen los clásicos índigo, obvio—. Por ello, es importantísimo cuidarlos y no cometer ningún error que pueda ponerlos en peligro.
Es decir, crees que su color te da la absoluta libertad de sentarte en donde quieras, arrastrarte, limpiar tus manos en él y demás proezas, bajo la creencia de que nadie más lo notará o que esto no podría tener consecuencias en tu prenda. Hay algo de cierto, pero no abuses. Todos tus jeans merecen cuidado para tener una vida más larga.
OK. Un look total en negro siempre es increíble. Sin embargo, no tienes por qué uniformarte todo en este color; también puedes hacer que tus jeans sean protagonistas eligiendo piezas en otras tonalidades y estampados.
Sí, ya lo dijimos, al ser negros se nota menos cuando están sucios. Sin embargo, no lavarlos con tal de que el color no se dañe permite que todas las bacterias y la mugre que has ido acumulando con el tiempo deterioren la tela. Lo irás notando en lo holgados que se hacen de ciertas partes y las marcas que, de todas formas, pueden aparecer en las rodillas, entrepierna o bolsillos. Revisa nuestra guía GQ para el lavado de tu ropa.
Mal. Porque esto hace que destiñas tu ropa constantemente. Recuérdalo: cada que los arrojas a la lavadora es una despedida más de color. Los pantalones de mezclilla no tienen por qué lavarse más de dos veces al mes, a menos que hayas tenido un accidente y estén realmente sucios. Además, un paso primordial —al igual que con el cuidado de una camisa negra— es usar un detergente líquido especial para prendas de color negro. Nada en polvo, nada con blanqueadores.
No le tengas miedo a salir de los clásicos skinny. Tus jeans negros también pueden ser rectos, baggy, flared, tapered y lose. Intenta tener más de un modelo y mira cuán imaginativo puedes ser a la hora de vestirte.
Es cierto que el color negro es una buena base para combinar, técnicamente, TODO. Y podría parecer entonces que detenernos en los zapatos es algo menor; sin embargo, no dejes las cosas en manos de la suerte y elige un calzado que sume puntos y no que le reste a tu outfit. Es decir, si serán tenis o botas, busca que se vean realmente asombrosos con tus jeans. De lo contrario, de nada valdrá tu dedicación para traer los jeans más cool a la redonda.