El 45% de las prendas incluidas en “Join Life”, la línea publicitada como sostenible de Zara, contiene fibras sintéticas, materiales obtenidos a partir de los combustibles fósiles cuyo uso se ha disparado en las últimas décadas a medida que la industria de la moda ha acelerado sus procesos y recortado costes para mantener al mismo tiempo un ritmo de producción alto y unos precios de venta bajos.
Así lo expone el estudio Sintéticos Anónimos: La adicción de las marcas de moda a los combustibles fósiles, hecho público este miércoles, en el que la fundación Changing Markets saca los colores a gigantes del textil como Inditex, Nike, Primark o H&M, y tanto a marcas del “fast fashion” —término que se usa para equiparar la moda barata a la comida basura (“fast food”, en inglés)—, como a firmas de lujo.
“Una botella debería convertirse en una botella y no infrarreciclarse en algo que va a terminar inevitablemente en un vertedero”
En total, la fundación evaluó las colecciones y compromisos climáticos de 46 empresas de moda de Europa y Norteamérica, y arremetió contra las “falsas soluciones” por las que opta la mayoría: más de las tres cuartas partes (85%) de las marcas analizadas planean alcanzar estándares de sostenibilidad utilizando fibras obtenidas a partir de botellas de plástico recicladas, una “vía directa al vertedero y a la incineración”, juzga Changing Markets.
Como señala a Planeta Ala especialista Ximena Banegas, de la campaña Moda Fósil de esta organización:.“el poliéster reciclado hecho de botellas PET está siendo utilizado como la píldora mágica que va a arreglar el problema de la contaminación y de los residuos textiles, y le hacen creer al consumidor que por comprar una camiseta de poliéster reciclado se va a solucionar todo”. “Una botella debería convertirse en una botella y no infrarreciclarse en algo que va a terminar inevitablemente en un incinerador o en los vertederos”, abunda Banegas.
En un previo informe lanzado en febrero de este año, la organización ya desvelaba la apuesta cada vez más notable del sector textil por fibras sintéticas como el poliéster, cuyo uso se ha duplicado en veinte años hasta encontrarse en más de la mitad de las prendas que vestimos.
Según los datos del sector, se estima que en 2030 tres cuartas partes de las prendas en el mercado incluirán sintéticos, “de los cuales el 85% será poliéster, un material producido a partir de combustibles fósiles como el petróleo y el gas fracturado”, enfatiza el estudio.
Changing Markets también recuerda que la producción de fibras sintéticas representa actualmente el 1,35% del consumo global de crudo, una cifra superior al petróleo que consume España en un año.
En el nuevo informe, los especialistas se centraron en analizar las campañas de sostenibilidad y compromisos con los que las marcas de moda más populares en occidente pretenden hacer frente a la crisis climática de la que los combustibles fósiles, con su extracción y quema, son los principales culpables. Compararon estos objetivos 'verdes' con la cantidad de sintéticos en sus prendas. Además del ingrediente estrella del poliéster, otros materiales fósiles son el nylon, el elasteno y las fibras acrílicas.
“Algunas marcas promueven su imagen sostenible afirmando que utilizan plástico oceánico o redes de pesca recicladas en sus productos; por ejemplo, Patagonia y Adidas anuncian su uso de plásticos oceánicos como una alternativa mejor —o un 'sustituto ecoinnovador'— del plástico virgen, y varias empresas comercializan nylon regenerado hecho de redes de pesca y otros residuos. Este enfoque solo se ocupa de las consecuencias del problema de la contaminación por plásticos, y hace muy poco para reducir la crisis de los plásticos en su origen”, critica el documento.
Los expertos también recalcan el hecho de que, a medida que disminuye la demanda de petróleo y gas de los sectores del transporte y la energía, “la industria del petróleo y el gas apuesta cada vez más por el crecimiento de la petroquímica para su supervivencia”.
En la “zona roja”, reservada para los que llevan a cabo las peores prácticas, ya sea por falta de transparencia en general, por carecer de compromisos para eliminar los sintéticos, o por el uso de estos materiales en sus líneas comercializadas como 'sostenibles', se encuentran marcas como Nike, el mayor usuario de sintéticos por tonelaje, Primark, Patagonia y Gap. También están Timberland, Walmart, The North Face, Lululemon, Burberry, Reebok, Gildan, Uniqlo, Target, Wrangler o VF Corporation.
En cuanto al lavado verde de imagen —o 'greenwashing'—, los autores del informe concluyeron que el 59% de las declaraciones de las empresas de moda europeas en el ámbito de sostenibilidad carecían de fundamento o eran “potencialmente engañosas” para los consumidores. En este sentido, Zara y Gucci fueron las más cuidadosas, con el menor número de afirmaciones consideradas engañosas. En el otro extremos se encuentran H&M y ASOS, pues el 96% y el 89% —respectivamente— de sus declaraciones “verdes” incumplían las recomendaciones.
En las últimas dos décadas, la producción de ropa se ha duplicado; las ventas de ropa crecen más rápido que la población mundial o el PIB. “El consumidor medio compra ahora un 60% más de prendas de vestir que hace 15 años, aunque usamos cada prenda muchas menos veces antes de deshacernos de ella”, sostiene el informe.
Por eso, más allá de prácticas concretas que puedan llevar a cabo unas empresas u otras, Ximena Banegas arremete contra el sistema en el que opera el sector textil actualmente, “un modelo en el que producimos muy rápidamente, con muy bajos costos, con materiales baratos y desechables y produciendo prendas que son en su mayoría, en efecto, muy rápidamente desechadas”, asevera.
Pero este cambio en los ritmos y modos de producir llegará, según Banegas, de la mano de una legislación contundente capaz de romper con “ese círculo vicioso de la dependencia de materiales sintéticos baratos” y de garantizar que la industria se base en los principios de una economía “verdaderamente circular”.
En este sentido, confía en la próxima estrategia textil de la Unión Europea, que a su juicio “presenta importantes oportunidades para tomar estos cambios y para ver la manera de eliminar el lavado de imagen y empoderar así a los consumidores para que tengan las herramientas adecuadas con las que participar en la transición verde que está por llegar”.