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Los huéspedes del Hotel Trio Healdsburg de la cadena Marriott en el condado de Sonoma, California, podrían sorprenderse al ver que las toallas que pidieron se las lleva un robot de tres pies de altura llamado Rosé. Embajador del distanciamiento social del hotel, Rosé responde a los pedidos que los huéspedes hacen a través de la aplicación del hotel y entrega de todo, ropa de cama o vino.
En los últimos dos años, la COVID-19 ha forzado a la industria del alojamiento a adaptarse e innovar. Para muchos hoteles, eso ha incluido adoptar más plenamente la tecnología sin contacto (como el registro remoto); diseñar espacios de trabajo para los clientes que pueden trabajar remotamente y desean combinar los negocios con el placer (“bleisure”, como se conoce en inglés); hacer opcional la limpieza de las habitaciones por varias razones; y enriquecer la programación para atraer a viajeros que, después de soportar prolongados confinamientos y prohibiciones de viaje, ahora buscan experiencias más ricas que puedan compartir con familiares y amigos. Y sí, algunos hasta han agregado robots como Rosé.