Idea brillante: Cobrar por un pixel
Corría el año 2005, y el joven Alex Tew, de 21 años, necesitaba dinero para terminar sus estudios. Así que se le ocurrió la brillante y sencilla idea de crear una página web llamada The Million Dollar Homepage. Era una hoja en blanco con una resolución de 1000 x 1000 píxeles, es decir, un millón de píxeles. Puso a la venta cada pixel al precio de un dólar, en bloques de 10x10 píxeles, y el comprador podía colgar ahí imágenes, enlaces y textos. La original idea se convirtió en viral, y en apenas cuatro meses Alex Tew vendió su millón de píxeles, recaudando un total de 1.037.100 dólares (los últimos mil se subastaron, y pagaron más dinero por ellos).
Idea brillante: Eliminar los intermediarios
Siendo aún un estudiante universitario a principios de los años 80, Michael Dell se dió cuenta de que los ordenadores de la época eran tan caros debido a las comisiones de los intermediarios y las tiendas. Se le ocurrió crear una empresa en la que montarían los PCs y los venderían directamente al público, personalizándolos para cada cliente, sin pasar por las tiendas. Michael Dell abandonó los estudios para hacer realidad su sencilla idea tecnológica, y en 1983 creó la empresa Dell. Dos años después puso en venta directa su primer Turbo PC, y en apenas 12 meses vendió ordenadores por valor de 70 millones de dólares. En el año 2001 Dell ya era el mayor vendedor de PCs del mundo. Tras salir a Bolsa y vender acciones, Michael Dell volvió a recuperar su compañía pagando casi 25.000 millones de dólares en 2013.
Idea brillante: ¿Quién no se ríe con una ventosidad?
En la actualidad la App Store tiene más de dos millones de apps. Todo está inventado. Pero en los primeros años de la tienda digital de Apple, una app sobre flatulencias era toda una novedad. En las navidades de 2008 la app iFart se convirtió en la más vendida de la de App Store. ¿Para qué servía? Pulsabas un botón, y sonada una ventosidad. Podías elegir entre distintos tipos de sonidos con nombres graciosos. Y ya está. Las ideas asociadas a la escatología, nunca suelen fallar...
Su autor, Joel Comm, llegó a ganar 10.000 dólares al día durante varios meses, hasta que los infinitos clones inundaron la store y la gente se cansó de la tontería.
Idea brillante: Mensajes que se autodestruyen
En 2010 ya existían docenas de aplicaciones de mensajería, que permitían enviar y recibir mensajes de texto y fotos de forma instantánea, a través del móvil. A tres estudiantes universitarios de Stanford, Evan Spiegel, Bobby Murphy, y Reggie Brown, se les ocurrió una sencilla idea: crear una app de mensajería... en donde los mensajes se borrarían a los pocos segundos de leerse. Llamaron a su app Picaboo, pero el nombre ya estaba cogido, así que lo cambiaron a Snapchat.
Este aumento en la privacidad y el carácter furtivo de la aplicación cautivó a los más jóvenes, hasta el punto de competir directamente con Facebook. En la actualidad Snapchat tiene un valor en Bolsa de casi 20.000 millones de dólares. La fortuna de Evan Spiegel supera los 3.000 millones de dólares.
Idea brillante: Lo bueno, si breve, dos veces bueno
Como Snapchat, Twitter supo darle una vuelta de tuerca a la clásica mensajería, con una idea sencilla que vale millones. Jack Dorsey, Evan Williams, Biz Stone, y Noah Glass pensaban que se perdía demasiado tiempo con los mensajes largos de las redes sociales, así que idearon un sistema que solo permitía usar 140 caracteres (aunque años después se amplió). El resto, como suele decirse, es historia (y muchos millones en el banco).
Idea brillante: la infidelidad como negocio
Millones de personas son infieles a sus parejas. O buscan secretamente la infidelidad. ¿Por qué no cobrarles por ello? Ashley Madison es una red social para parejas que ya tienen una relación. Su lema, "la vida es corta, ten una aventura", lo dice todo. Ashley Madison llegó a tener millones de usuarios, pero en 2015 fue hackeada y todos los datos de sus clientes se hicieron públicos. Se rompieron matrimonios, se habló de suicidios... Aún así, la red social sigue activa.
Idea brillante: rellenar los cartuchos de tinta
No fueron los pioneros, pero supieron sacar tajada de su idea. El padre Bernard McCoy acudió un día a comprar tinta para su impresora, pero le parecía demasiado cara. Así que con ayuda de otros ocho monjes de la Abadía de Monroe, se le ocurrió la idea de rellenar los cartuchos con tinta que creaban ellos mismos, y venderlos. En 2002 facturaron 2000 dólares. En 2005, 2.5 millones de dólares.
La evolución humana es fruto de la tecnología, y de los avances en ciencias y medicina. Pero en la práctica, se basa en pequeñas ideas cotiadianas que nos permiten reducir el tiempo que tardamos en completar una tarea. Nuestros antepasados se pasaban horas lavando la ropa y los platos en el río, acudiendo a la huerta a recolectar la comida del día, o pelando un pollo para cocinarlo. Labores que ahora completamos en minutos, y así tenemos tiempo para otras muchas cosas.
Hacer más cosas a lo largo del día día lo llaman evolución, pero quizá deberíamos replantearnos el tema...
En cualquier caso, estas ideas sencillas han revolucionado nuestro día a día, acabando con algunos problemas que nos traían de cabeza, o permitiéndonos completar tareas comunes en menos tiempo.
Idea brillante: Aprovechar un pegamiento que no pega
El genio de algunos seres humanos les permite convertir un fracaso en una idea sencilla que vale millones. El popular Post-it comenzó con un fracaso: Spencer Silver, científico de la empresa 3M, inventó un pegamento... que no pegaba bien. 15 años después, su colega Arthur Fry lo usó para impedir que el marcapáginas de su libro de canciones religiosas se cayese al suelo. Sorprendido, descubrió que el adhesivo sujetaba muy bien el papel, despegarlo no requería esfuerzo, y no dejaba marca. Así se le ocurrió la idea del Post-it, que 3M comercializó en 1980. Se han vendido miles de millones de unidades en todo el mundo.
Idea brillante: Una anilla ecológica
Si tienes más de 40 años seguramente recordarás cuando las anillas de las latas se extraían por completo. La mayoría de las veces acababa en el suelo. Miles de milles de argollas de aluminio contaminante. En 1974 Dan Cudzik, un ingeniero del fabricante de latas Reynolds, y su equipo, dedicaron 37.000 horas a perfeccionar un sistema llamado Stay-on-Tab (SOT) y adaptar la fábrica para su creación en masa. Con el sistema SOT la anilla no se desprende la lata. Cudzik solo recibió un dólar de plata por su trabajo, mientras que Reynolds ganó 20 millones de dólares. Cuando caducó la patente, esta anilla que no contamina se convirtió en universal.
Idea brillante: Me niego a lavar pañales
¿Puedes creerte que hasta 1951, los pañales de los bebés se lavaban? Hacerlo a mano era una pesadilla y si se ponían con la colada, la arruinaban por completo. La inventora Marion Donovan ideó en 1941 los pañales desechables, envolviéndolos con una cortina de ducha para poder tirarlos a la basura. Perfeccionó el sistema e intentó comercializarlo durante 10 años, sin éxito, así que abrió su propia tienda para venderlos. Una empresa de pañales le compró la patente por un millón de dólares. Millones de padres le dan las gracias todos los días.
Idea brillante: Comerciar con la ilusión de los niños
A la compañía Santamail se le ocurrió esta idea sencilla que vale millones: registrar una dirección postal en el Polo Norte (Alaska) y cobrar 10 dólares a los padres para enviar a sus hijos una carta personalizada de Santa Claus, con sello genuino del Polo Norte. En 10 años ha enviado más de 500.000 cartas. A 10 dólares cada una, haz números...
¿Gafas para perros? ¿Piedras vendidas como mascota? ¿Aire puro embotellado? Sobre el papel son ideas absurdas, pero sus inventores se hicieron millonarios.
Nunca subestimes el poder de la tontería, y aún menos en la edad dorada de los virales y el trending topic... Si tu idea sencilla y estúpida cae en gracia en las redes sociales, ve abriendo una cuenta en el banco...
Idea brillante: Vender aire
Si escribes en el buscador de Google Comprar una estrella, aparecerán docenas de servicios que venden estrellas. Lo cual demuestra dos cosas: que el negocio no tiene ninguna fiabilidad, y que hay mucha gente que las compra...
No tenemos muy claro a quién se le ocurrió al idea, pero es genial. Convencer a alguien de comprar algo que no es de nadie, ni se puede poseer. Pero oye, págame dinero y te lo vendo. Y la cosa funcionó. Pese a que en el contrato se indica claramente que el nombramiento es puramente simbólico y otra empresa de registro de estrellas podría haberle puesto otro nombre, la gente sigue pagando 80 euros por... ¿un trozo de papel? Pura genialidad.
Idea brillante: Ingeniería al servicio de la imaginación
Todos hemos tenido un Slinky cuando éramos niños. Aunque aquí lo conocíamos como el muelle loco, y otras variantes. Técnicamente es un muelle helicoidal precomprimido, capaz de estirarse diez veces su tamaño sin ningún esfuerzo y recuperar su forma original en décimas de segundo. El truco favorito de los niños es conseguir que baje por las escaleras, pero se pueden hacer otros muchos.
Fue inventado por el ingeniero naval Richard James, en 1943. Pese a que nunca quiso venderlos a más de un dólar para que hasta los niños pobres pudiesen jugar con él, se hizo millonario porque vendió más de 300 millones durante 60 años, aún a pesar de los plagios.
Idea brillante: vender piedras
Gary Dahl estaba harto de oir a sus amigos quejarse de sus mascotas. Así que le vino a la mente una idea sencilla que le hizo millonario: decidió vender piedras como mascotas. No hay que darlas de comer, no hay que sacarlas a pasear, no gastan, no molestan, y hacen compañía. The Pet Rock se pusieron a la venta en 1975, y Dahl consiguió ganar 15 millones de dólares de la época.
Idea brillante: reinventar un clásico
Los niños han jugado con gomas elásticas toda la vida, principalmente con las que encuentran por casa, pero no puede considerarse un juguete. Hasta que llegaron las Silly Banz, que son... gomas de colores con formas de animales, objetos, o letras. No aportan ninguna funcionalidad extra, pero los niños las coleccionaban, y vendieron cientos de millones. Su principal virtud: que siempre recuperaban su forma original, después de llevarla en la muñeca. Fueron inventadas por los japoneses Yumiko Ohashi y Masonar Haneda en 2002.