Rafael Ramos
Londres
¡Unos tanto y otros tan poco! Mientras muchos británicos sufren el golpe de la inflación y el incremento del coste de la vida, y las pasan canutas para pagar las facturas del gas y la electricidad, el problema de los privilegiados consiste en cómo gastar o invertir los doscientos mil millones de euros que han ahorrado durante la pandemia, al no viajar, no ir a la ópera o al teatro, y no hacer comilonas con botellas de vino que cuestan un potosí.
Pero no son solo los multimillonarios sino también las clases medias altas profesionales quienes, en la salida de la pandemia, se dedican a comer ostras y caviar, a beber champán, comprarse ropa de marca y pegarse todo tipo de caprichos. Aunque siempre hay clases, y los de más arriba de la escalera pueden permitirse un Rolls Royce diseñado a medida, como si fuera un traje,los de no tan alto han de conformarse con una botella de Krug y unas angulas, que tampoco está mal.
La cadena de supermercados Waitrose, de gama alta, ha aumentado en un cincuenta por ciento las ventas de Arenkha, un sustituto del caviar a base de huevas de arenque, que no es que sea precisamente barato pero no llega a los niveles de un beluga iraní. El consumo de ostras ha aumentado un 25% en Gran Bretaña, igual que la adquisición de botellas de litro y medio de Veuve Cliquot o Moët Chandon, y también se ha incrementado el de trufas blancas de Alba y negras de la Dordogne y Croacia. Una de las consecuencias de los confinamientos pandémicos y las restricciones a los restaurantes es que la gente le ha cogido el gusto a cocinar en casa para los amigos, y lucirse con productos caros y exóticos, que otorgan estatus.
La producción global de caviar alcanzó el año pasado las 380 toneladas, una cifra récord. A ese total contribuye na empresa inglesa llamada Exmoor, que cría esturiones en su piscifactoría de Devon y distribuye por Internet latas de diez gramos a diecisiete euros, una tercera parte que la misma delicatessen si procede de Siberia (cinco mil euros el kilo), y no digamos el beluga iraní. En California, las ventas online de la marca Sterling han subido un 60%.
Pero si para la mayoría de mortales el precio del caviar es todavía prohibitivo, o un lujo que uno sólo se puede permitir muy de tanto en tanto, dentro de poco será un producto mucho más accesible. Laboratorios británicos, en vista de su creciente popularidad, están desarrollando una versión artificial, de acuicultura celular, que permitirá que las huevas se formen en tan sólo cuarenta días, en comparación con los catorce años que llegan a tardar las hembras de los esturiones en el entorno natural.
Rolls Royce, una división de BMW, vendió el año pasado 5.586 vehículos, un récord en sus 117años de historia, a pesar de que un modelo como el Phantom cuesta alrededor de un cuarto de millón de euros. El promedio de edad de los compradores es de 43 años. “Muchos han visto morir y enfermar familiares y amigos a su alrededor, han decido que hay que vivir como si no hubiera mañana porque nunca se sabe lo que puede pasar, y que no vale la pena tener dinero en el banco cuando además los intereses son tan bajos”, explica Torsten Müller-Otwos, el director ejecutivo de la compañía con sede en Goodwood (West Sussex).
Los británicos han ahorrado doscientos mil millones de euros durante la pandemia y se los están gastando en productos de lujo como las ostras, el caviar, el champán, Porsches y Rolls Royce. O en extravagantes zapatillas de deporte exclusivas que cuestan como un apartamento en la playa.
La firma, que en el último ejercicio registró beneficios de setenta millones de euros, tiene previsto dejar de fabricar motores tradicionales de combustión en el 2030, y poner el año que viene a la venta el Spectre, su primer modelo 100% eléctrico. Dentro de poco, los aficionados al Rolls Royce podrán diseñar su propio vehículopersonalizado, que elevará el lujo y la exclusividad a una nueva dimensión.
Otros invierten sus decenas, cientos o miles de millones en segundas, terceras y cuartas residencias. La inmobiliaria de gama alta Savills vendió en el 2021 en Londres más de medio millar de propiedades de superlujo (a partir de seis millones de euros). Otros se conforman con lujos más “modestos”, como ediciones exclusivas de zapatillas de deporte que una empresa de Los Ángeles suministra online por cantidades que oscilan entre los20.000y los 100.000euros. Total, para meterlas en los charcos mientras se hace jogging..
