Fue el festejo que se esperaba. El Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner rebosaba de un público variopinto y multigeneracional que aguardaba, con ansias, el comienzo del denominado “Bloque 3”. Matizaba la espera con cánticos para el agasajado y entonando melodías como “Rasguña las piedras” e “Inconsciente colectivo”. A esa altura de la jornada, el rumor de que el hombre del bigote bicolor estaría presente en su homenaje tomaba cada vez más fuerza. Las especulaciones volaron por los aires cuando, cuarenta y tres minutos después de las dieciocho horas, el telón se abrió para dar paso a una furibunda versión de “Cerca de la revolución”. Charly García, de impecable saco blanco, pantalón al tono, zapatos y sombrero negro, musitó los primeros versos de aquel clásico y desató una fiesta. Estaba acompañado por una banda de excepción: Fito Páez en sintetizador, Fabián Quintiero en teclados, Pablo Guyot en guitarra, Alfredo Toth en bajo, Fernando Samalea en batería, Rosario Ortega e Hilda Lizarazu en coros.
Tras el impacto inicial, otro golpe demoledor: “Promesas sobre el bidet”. La sólida base, conformada por Samalea, Toth y Quintiero, ofrendaba el marco perfecto para que Charly volviera a dar vida a esa historia plagada de desencuentros. Casi de inmediato, el grupo arremetió con “Raros peinados nuevos”. Su inconfundible riff de guitarra, ejecutado por Guyot, fue replicado en forma de coro por los fervorosos asistentes. La catártica “Demoliendo hoteles” transformó al auditorio en un hervidero. Páez aportaba su voz en el estribillo mientras observaba, con devoción, a un García rodeado por tres teclados y un teleprompter. “Una vieja pieza que me transportó al estrellato argentino”, anunció el compositor antes de regalar una conmovedora versión de “Canción para mi muerte”, el primer éxito masivo de su legendaria carrera. Con un escueto “muchísimas gracias”, la estrella se despidió de sus feligreses. Fueron veinte minutos hermosos, intensos e históricos.
Pero había más: el “Bloque 4” contó con un gran desfile de artistas. Todos ellos, secundados por Fernando Kabusacki en guitarra, María Eva Albistur en bajo, Quintiero en teclados y Samalea en batería. Los primeros invitados fueron los hermanos Erica y Ulises Di Salvo. La violinista y el chelista que brillaron en el exquisito Unplugged de García para MTV, recrearon extractos de “Seru Giran” y “Eiti Leda”. Para “Viernes 3 AM”, se sumaron en voces Rosario Ortega y Juan Ingaramo. “Dime quien me lo robó” estuvo a cargo de Raúl Porchetto, cuya visceral interpretación arrancó aplausos desde las plateas. Luego, una perla del repertorio de Porsuigieco: “Antes de gira”, con la entrañable María Rosa Yorio. “Este tema lo queríamos hacer con Samalea hace mucho y hoy se nos da”, dijo el “Zorrito”. El tema en cuestión era “A los jóvenes de ayer”, resuelto con solvencia por Leo García. Un Kabusacki descollante reprodujo, con exactitud, los arreglos que David Lebón realizó en la grabación original.
El inefable Andy Chango enfervorizó al público con “Mr. Jones, o pequeña semblanza de una familia tipo americana”. Alejandro Medina y su mujer, Lola, mantuvieron la adrenalina alta de la mano de “El fantasma de Canterville”. Los primeros acordes de “Operación densa” dieron paso a “Pubis Angelical”, que contó con la participación de Julia Zenko: la cantante había registrado esa misma pieza treinta nueve años atrás, en el álbum homónimo. Pablo Guyot y Alfredo Toth volvieron al escenario para acompañar a Emmanuel Horvilleur en “Promesas sobre el bidet”. Los hermanos Di Salvo, el bajista Christian Basso y el cantor Hernán “Cucuza” Castiello obsequiaron la descomunal “No soy un extraño”. El tema incluyó sutiles citas a “Influencia”, alumbrada por Todd Rundgren y recreada por García. Julieta Venegas transitó con naturalidad “Ojos de videotape” y Richard Coleman hizo lo propio con “Nuevos trapos”. El ex Fricción compartió las tablas con Basso y Samalea produciéndose así la reunión de una parte de Las Ligas, combo liderado por García durante unos meses de 1986.
Benito Cerati, junto a Alfie Martins en samplers, volvió a levantar la temperatura de la sala con “Raros peinados nuevos”. Luego, la guitarrista y cantante Flor Croci hizo levitar al auditorio con la insuperable “Adela en el carrousel”. Brenda Asnicar y Rosario Ortega ofrecieron “In the city that never sleeps”, mientras que Mavi Díaz y Almendra Marilao revisitaron “King Kong”: una suerte de bloque temático dedicado al álbum Kill Gil. Alina Gandini le puso su impronta a “Canción para mi muerte”. Nahuel Pennisi, con su voz cristalina, se hizo cargo de “Los dinosaurios” y logró uno de los momentos más emocionantes de la noche. Celeste Carballo, junto a Juan Carlos “Lito” Epumer, provocó otra conmoción con “Rezo por vos”. El guitarrista tenía entre sus manos el instrumento que había pertenecido a su hermana, María Gabriela. La rapera Sara Hebe, a dúo con Ortega, recrearon “El karma de vivir al sur”. Sola sobre las tablas, la corista de Charly se encargó de “Fantasy” y, con El Zar, puso en marcha a “La máquina de ser feliz”.
El último tramo del recital comenzó con “No se va a llamar mi amor”, a cargo de dos miembros de Turf: Joaquín Levinton y Leandro Lopatín. El guitarrista estaba vestido como Charly en las fotos promocionales de “Como conseguir chicas”, un guiño para entendidos. El vocalista, de gran dominio escénico, cantó algunos versos entremezclado con el público. Hilda Lizarazu y su hija, Mia Folino, arremetieron con “Bancate ese defecto” y “Buscando un símbolo de paz”, con citas a “No bombardeen Buenos Aires, “Rap de las hormigas” y “No llores por mí, Argentina” que siguieron levantando la temperatura. Bien a su estilo, Fernando Ruiz Díaz se desgañitó en una incendiaria versión de “Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)”, que contó con la participación de Carballo, Ortega, Horvilleur y Lizarazu.
Mientras en la explanada exterior del CCK la fiesta se replicaba con una pequeña multitud que seguía el homenaje en una pantalla, el gran final llegó con la mayoría de los músicos participantes en escena, para una arrasadora “Demoliendo hoteles”. En total, dos horas y media de concierto -que se sumaron a los bloques desde la música clásica y desde el jazz, el tango y el folklore- en tributo a una figura fundamental de la cultura popular argentina. Charly García, esa indómita luz que los carceleros de la humanidad jamás atraparán.