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Entre montañas de zapatos que necesitan una reparación, Andrés Enríquez Morales mantiene vivo uno de los oficios que no han sido desplazados por la modernidad, a pesar de los zapatos “desechables” que ahora venden en cada esquina.
Local Don Lorenzo Cruz cuida la flora del vivero municipal
En el taller de Reparación de Calzado ubicado sobre la avenida Juan Carrasco en Mazatlán, el olor a cuero se mezcla con el de los pegamentos y las tinturas, en un aroma muy peculiar que ha acompañado a Andrés por más de cinco décadas.
Hay pilas de zapatos que esperan el arreglo por un lado; otros ya listos para ser retirados por el otro, y alrededor de todo eso frascos con pomadas, latitas con tachuelas y clavos, suelas de diferentes materiales, cierres y cordones de todos los colores. Los pies de muchísimos ciudadanos están en sus manos.