ModaTe enseñamos cómo se debe limpiar el material más delicado para hacer zapatos.
Por Daniel Vásquez
Cuando se inicia la transición de otoño a invierno hay un tejido que, por excelencia, es casi el rey de la temporada más fría del año: el ante. Un material que encontramos en cazadoras estructuradas, accesorios como el bowling bag o cinturones, chalecos y, por supuesto, en zapatos, donde tiene una mayor presencia gracias a su propia composición. El ante -también conocido como gamuza o suede- es el resultado del cuero que se elabora a partir del interior de la piel de borrego, en su mayoría, aunque también se fabrica ante de cabra, cerdo y ternero. Su versatilidad y aplicación en diferentes piezas se debe a sus características especiales como la delgadez, suavidad y docilidad para adaptarse a cortes, costuras o fusionarse con otros materiales.
Investigar a detalle el origen de este material nos haría viajar por el tiempo y. aún así, existirían dudas de su legítima concepción. Pero revisando los anuarios de la historia podemos llegar al origen de una prenda tan popular en el armario masculino: las Desert Boots. Este calzado nos remonta a finales de los 30 cuando Nathan Clarck -de la compañía de calzado homónima- diseñó un botín de gamuza y sin forro mientras viajaba por Myanmar y cuya producción arcaica se ejecutaba en El Cairo. En los años bélicos, las tropas británicas adoptaron este modelo de zapato para usarlos durante las campañas del desierto de la Segunda Guerra Mundial y, así, se bautizó esta prenda como desert boots que no han cambiado nada hasta nuestros días, incluso, el ante tampoco ha recibido modificaciones.
Las desert boots, como cualquier otro zapato de gamuza, al tratarse de un material delicado y natural necesitan de cuidados y tratamientos específicos para poder conservar su apariencia original por mucho más tiempo. Para lograrlo reunimos algunos puntos esenciales para evitar y revertir efectos negativos en el ante.
Después de una jornada de uso es importante remover el polvo y la suciedad que se acumula durante el día. Antes de guardarlos es necesario quitar la polución con toallitas húmedas o una esponja o trapo húmedo; verifica que no escurra agua sobre el zapato y frota suavemente el ante. En la suela puedes tallar un poco más intenso.
Si has olvidado limpiar tus zapatos de forma diaria y la mugre empieza a notarse con mayor intensidad es necesario recurrir al uso de un cepillo especial para gamuza -puedes reemplazarlo con un cepillo de dientes de cerdas suaves- y frotar sobre las zonas obscuras, siempre, en dirección de los pelos de la misma gamuza.
Aunque no lo creas puedes eliminar manchas leves -como alguna gota de café o mancha de tierra- con una goma de migajón, esa que usábamos cuando íbamos a la primaria y que tanto nos gustaban porque borraban todo. Lo mismo lo hace sobre el ante. Un truco sencillo, pero, demasiado afectivo que puedes aplicar rápidamente.
El ante es un material poroso y enemigo de la humedad. Por ende, su limpieza no incluye agua en absoluto. Ésta debe centrarse en un ejercicio diario para evitar manchas complejas que se adhieran al cuero y por efecto del tiempo sean más complejas de erradicar; nunca los laves ni expongas al sol por horas si no quieres que tus zapatos pierdan su textura original definitivamente.