Vuelven los ombligos. Vuelven, después de haber sido escondidos durante años, porque por alguna extraña campaña mediática en la moda, enseñarlo tenía un punto vulgar e indecoroso. En medio de la polémica de los pezones sí o no (la semana pasada les dejaba mi punto de vista), Miu Miu ha presentado esta semana en París su particular apología del ombligo para la próxima temporada. Todos los modelos aparecían con minúsculos tops para homenajear esta parte del cuerpo. Así, Miuccia Prada adulaba la moda de los 95-2005, no sólo con este detalle, sino también por apostar por minifaldas y pantalones de cintura muy baja, o calcetines hasta la rodilla con zapatos (muy Un paso adelante).
Nos sentimos nostálgicos; y es que, aunque suene a topicazo lo de que la moda es cíclica, es evidente que más allá de sacar a modelos varones vestidos con tacón, como ha sucedido en este desfile, ya poco queda para inventar. El término "reinvención" es tan socorrido que es un argumento para no morir (no morir de aburrimiento). Los nostálgicos, y los nacidos en los ‘ochenta y muchos’ y ‘noventa y pocos’ (yo, del 90), estamos de suerte porque podremos ir a trabajar vestidos muy similar a cómo vestíamos en la adolescencia. Y, si no, que se lo cuenten a la contra-influencer Kiki (@holykiii) que copa casi 30 mil seguidores por ser directa y hablar sin pelos en la lengua. Algunas veces se pasa tres pueblos, pero, o se la ama o se la odia. Lo de contra-influencer es porque ridiculiza a los influencers y todas sus costumbres, convirtiéndose a su vez en una influencer que, sin embargo, no se gana la vida con las redes sociales y tiene un oficio previo y posterior a Instagram. Dicho esto: Kiki lleva semanas emulando Cocoloco y haciendo divertidas encuestas en las calles. Hace escasas semanas se vistió de teenager-a-punto-de-aterrizar-en-la-sesión-light-de-But-y-Pachá (¿alguien recuerda aquellas discotecas en la zona de Tribunal?): enormes perlas en el cuello, la raya al lado con coleta baja (aquello parecía como si Kiki hubiera recibido un lametazo de vaca rubia de Salamanca), pantalón de cintura baja precisamente con campana de elefante y la camiseta de Cocoloco. ¡Y a bailar!
No puedo evitar clausurar mi crónica de hoy, contándoles (porque sé que muchos que me leen carecen de redes sociales) cómo Carmen Lomana reflexionaba acerca de Renfe, los Ave y viajar ‘en primera’ que desde los tiempos de pandemia, como cuenta y yo suscribo, se ha convertido en algo tipo ‘pagar el precio de primera y viajar en segunda’. Carmen apuntaba a que el Covid ya es cosa del pasado (yo rezo por pronunciar y escribir cada vez menos esta palabra), pero todavía me sigo encontrando con el miedo a besar, a soñar y a vivir. ¡Qué ironía esto último!
Lo que está claro es que la moda es una vía de escape para la tristeza, y, aunque a mí lo de la década de los 2000 no me convence para mi armario, mis kilitos de más que he cogido en los últimos meses agradecen que el pantalón campana haya vuelto. ¡Feliz sábado!