Los ex policías federales Héctor Osvaldo Goncalvez y Diego Ángel Díaz viajaban a bordo de un auto la mañana del 7 de septiembre de 2016 cuando la tensa tranquilidad de custodiar un camión que trasladaba ropa Lacoste por el Acceso Oeste estalló en balas y sangre: un grupo comando de piratas del asfalto, de al menos seis hombres y cuatro autos de alta gama, cruzó al camión en la ruta y empezó a los tiros para llevarse el botín. Los dos custodios terminaron agonizando hasta morir en el hospital de Luján: a Goncalvez (50) le dieron en el cuello y en el rostro y a Díaz (48), en el pecho y en uno de sus brazos.
Siete meses exactos después, el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, anunciará hoy con cierta pompa, que se logró atrapar a la banda de piratas del asfalto que participó de ese asalto sangriento. Goncalvez no era una víctima más: había sido uno de los custodios del fiscal Alberto Nisman, y debía declarar todavía en la causa de la muerte del investigador de la causa AMIA.
Después de 14 allanamientos en lugares como La Matanza, Monte Grande, Ezeiza, San Martín, Pilar y Capital, entre otros, la Policía detuvo a 13 sospechosos de integrar esta banda, que tiene en su prontuario golpes pesados. Una fuente de la investigación le adelantó a Infobae que serían ellos los que participaron en varios robos de camiones con ropa de marca o elementos electrónicos y hasta uno repleto de trigo.
Con ese afán cinematográfico de las autoridades policiales que les nace ante los grandes trabajos, bautizaron a la banda como "Los Reyes del Asfalto". "Usaban armas automáticas FAL, ametralladoras, tenían una flota de vehículos, chalecos antibalas, inhibidores satelitales y mucho dinero al servicio del delito", comentó a este medio una fuente del caso, y detalló que la suma de los billetes dio alrededor de 2 millones de pesos.
Aparentemente, estos monarcas del asfalto venían siendo seguidos por la Policía a partir del pedido de varias fiscalías (en Mercedes y en Lomas de Zamora), desde el 24 de junio de 2016, incluso con escuchas telefónicas que los comprometen. Con los meses y los asaltos que iban concretando se fueron agregando otras causas.
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Así identificaron a varios integrantes de lo que sería una asociación de personas que trabajaban de manera organizada y permanente incluso hasta estos días. Según contaron los investigadores, y repetirá Ritondo, estaban planeando un asalto para hoy, viernes 7.
La banda operaba con la técnica de todo grupo dedicado a la piratería del asfalto. Manejaba información de horarios de salida y recorrido de los camiones. Y activaban sus golpes en vehículos robados, con los que atracaban los camiones, reducían a los choferes y custodios y se los llevaban a lugares alejados mientras otros integrantes trasladaban la mercadería robada hacia algún galpón definido de antemano. De allí la sacaban en autos pequeños y poco llamativos y la guardaban en un depósito hasta distribuirlo en el mercado negro.
Pero aquella mañana de septiembre el trabajo no salió como se había planeado. Después de matar a Goncalvez y Díaz, empleados de la empresa de seguridad ASIPROF, tuvieron más problemas. El camión Scania de la empresa "Metropolitana" con ropa Lacoste que acababan de conseguir se detuvo solo, gracias a un sistema de seguridad electrónico, que cortó el suministro de combustible a distancia.
Los asaltantes tuvieron que abandonarlo en el partido bonaerense de General Rodríguez. Zafaron de la Policía, pero su destino parecía haber atravesado el punto de quiebre que tiene toda historia, la curva entre el éxito y el fracaso. Ya los venían siguiendo. Apenas faltaban siete meses para la caída final.