De las 12 ciudades con mayor volumen electoral de Santa Fe, sólo en dos los oficialismos ganaron ampliamente su elección y van a tener mayor libertad de maniobra al interior de sus concejos. El Frente Progresista salió indemne y al peronismo se le hizo cuesta arriba. La multiplicidad de razones abarca desde la búsqueda de equilibrios al voto castigo.
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Las postelecciones coinciden con el cierre de año lectivo, coincidencia que permite hacer un paralelismo con respecto a los resultados electorales y ver quiénes aprobaron el examen y quienes tienen que recuperar aire para afrontar lo que viene. En ese aspecto, los oficialismos municipales de Santa Fe sufren un bochazo masivo.
San Lorenzo y Venado Tuerto son las dos excepciones: en la primera con casi el 50% de los sufragios, el oficialismo logró ganar tres de las cuatro bancas en disputa, es decir el 75% del total. Y en la ciudad del departamento General López, el candidato oficial superó el 50% de los votos quedándose con tres de las cinco bancas en juego. De las demás, más allá de triunfos (Rosario y Villa Gobernador Gálvez) y derrotas (las ocho restantes), ninguna pudo superar el 35% de los sufragios.
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Datos de las 12 ciudades consideradas según los resultados del escrutinio provisorio provincial:
*El recorte se hizo sobre las ciudades con más de 30.000 electores.
Estos resultados permiten hacer varias lecturas. Por un lado, se destaca que los cuatro intendentes triunfantes tienen su raíz o integran el Frente Progresista. Salvo San Lorenzo y Venado Tuerto, las nuevas composiciones legislativas contarán con concejos más plurales, lo que les implicará a los oficialismos mayores esfuerzos a la hora de los acuerdos, un escenario complicado en contextos polarizantes y con la mira puesta en el 2023.
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Durante la pandemia, desde Innova Opinión Pública detectamos que los ejecutivos locales, en su gran mayoría, gozaban de gestiones aprobadas. Queda reflejado que esa aprobación no implica un triunfo electoral, al menos en las elecciones de medio término. Es decir, no garantiza automáticamente un triunfo electoral. Se requiere de otros condimentos. ¿Por qué sucede esto?
Por varios motivos: la ciudadanía se muestra dispuesta a nivelar fuerzas en los Concejos a través del voto a otras opciones partidarias distintas a la del intendente; la oferta política proclive a la derrota: colectoras peronistas o división competitiva entre la oferta no peronista; una mala elección del candidato o candidata; para los casos peronistas, desgaste nacional que arrastra a través de la marca “Todos” hacia abajo, más que hacia arriba.
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En ese sentido, vale señalar que ningún intendente peronista de las ciudades consideradas pudo imponer a su candidato o candidata a concejal: Rafaela, Esperanza, Reconquista, G. Baigorria, Villa Constitución y Casilda.
Por último, y a colación del ítem anterior, una inquietud: qué hará el peronismo santafesino, en su fase localista y en su fase provincial, ante una cúpula nacional que se orienta exclusivamente en la provincia de Buenos Aires, relega agenda y relato y, como consecuencia, potencia estereotipos negativos de toda clase que caen como macetas en las cabezas del peronismo del interior. Como plantea el artículo de la revista Panamá ‘Cuando el río suena’: “cabe preguntarse si esta “salvada de ropa” en territorio bonaerense se produjo a cuenta de las elecciones del resto de los peronismos subnacionales”. Daría la sensación de que ahí está una de las claves a destrabar para el peronismo santafesino de cara al 2023.