"A ti, mi amor, por hacerme la luz de tu vida". Con esta dedicatoria, la novia del juez Pedraz, Esther Doña (43), también viuda del marqués de Griñón, comienza el libro que le dedica, valga la redundancia, al que fuera su marido, La vida de un gran hombre a través de mis ojos (Planeta). En sus casi 300 páginas, desvela y desgrana los entresijos de su historia de amor, que empezó, como la de dos locos adolescentes enamorados, vía WhatsApp.
La pareja se conoció en una cena organizada por el primo de Doña. Según cuenta, él se quedó prendado al instante. "Con un vestidito de Zara me enamoró, ¿te lo puedes creer?", recuerda la modelo sobre lo que solía decir Falcó. Al parecer, la ropa era uno de los puntos a los que más prestaba atención y, según desvela la propia Esther, él "se jactaba de haber sido el que elegía los atuendos de una de sus esposas, particularmente famosa por su elegancia a la hora de vestir". ¿Sería Isabel Preysler? ¿O tal vez Jeannine Girod?
Hasta que se produjo la transformación de Esther Doña a marquesa, hubo muchos pasos previos. Concretamente, muchos mensajes previos. La modelo ha decidido publicar en su libro los mensajes de WhatsApp que intercambiaron durante semanas y que hicieron que se enamorara perdidamente de él. De hecho, la primera vez que se dijeron "Te quiero" fue a través del móvil.
Los mensajes los hay de todos los carices. Desde halagadores: "Esther, me acabo de despertar y he visto tu foto de perfil. ¡Uau! Me recuerdas a Madame Butterfly. Precisamente, el finde anterior fui con mi hijo Duarte a París a ver la obra. Después, cenamos con la soprano. Canta maravillosamente. No sé cómo cantas tú, pero eres mucho más guapa". Hasta, digamos, picantones: "Vaya cuerpazo tienes en la fotografía de perfil, no sé si dormiré. ¿Significa 'deseadme'? Porque lo consigue". Doña reconoce que este en especial no le sentó nada bien, pero el marqués desplegó todas sus armas e, incluso, le escribió un poema. "¡Oh, bella vestal malagueña! Y recorrer despacio tus brazos, finos y elegantemente torneados de madona andaluza, o tus cabellos de musa con mis dedos...". Y, así, a golpe de Shakespeare virtual, Carlos Falcó conquistó a Esther Doña.
La modelo admite que la diferencia de edad era algo que le echaba para atrás. Había cuarenta años de diferencia entre ellos. "Hija, no vas a ser su mujer, vas a ser su enfermera", le llegó a decir su madre, pero a ella le daba igual. Estaba fascinada por un hombre que había vivido tanto y que tenía unas amistades tan impresionantes. Claro, si la hija de Aristóteles Onassis estuvo enamorada de tu novio, el historial del resto de pretendientes que puedas tener se queda bastante normalito...
También caía rendida ante los detalles que tenía con ella, como el de aquella vez que fue a recogerla para llevarla a Málaga y empezar su vida juntos en Madrid. "Fue un viaje memorable. Carlos viajó con su hijo Duarte, que había decidido pasar esos primeros días del año con su padre, y los tres disfrutamos juntos de mi tierra. No llegó con las manos vacías, sino que trajo un regalo para mí, una preciosa pashmina de Hermès. En ese momento, decidió que cada temporada me regalaría una". Para lectores ajenos al mundo de la moda de lujo, un chal de la marca ronda los 965 euros. Todo es poco en nombre del amor.
Esther Doña y Carlos Falcó pasaron dos veces por el altar. Primero hubo boda en secreto, querían sentirse, como dice, una "pareja de traviesos enamorados". Más tarde, oficializaron su unión en una ceremonia que celebraron por todo lo alto en la que fuera su vivienda, el Palacio de El Rincón. "Yo ya era marquesa de Griñón: a mí me daba igual, pero de cara al público me otorgaba la legitimidad que algunos, antes, se habían resistido a darme".
¿Quién? Lo deja en el aire; tiene que demostrar que es una señora fina y elegante. Esto es como la historia de "el príncipe y la plebeya". Ser marquesa no es fácil y el mundo de la aristocracia encarna sus intríngulis. Doña lo ilustra con una anécdota: el día que bajó a cenar con una bata y un pijama. "Parecía auténticamente escandalizado. Por un momento, tuve la tentación de reírme de él y sentarme a cenar con mi pijama y mi bata. Pero, entonces, como un escalofrío pude sentir las décadas de marqueses y marquesas que habían habitado esos pasillos juzgándome, los antepasados de Carlos, la sangre real y hasta el Gran Capitán condenándome con la mirada, así que me di la vuelta, subí a mi cuarto y me puse el primer vestido que encontré".
Carlos también la obligó a deshacerse de todos sus vaqueros, no vaya a ser que Fernández de Córdoba les declarase la guerra desde el más allá. Lo único que la permitió fue darle al botón de su máquina Nespresso para preparar su café por las mañanas, "pues una señora, y menos una marquesa, no debía encargarse de limpiar, cocinar ni ninguna otra tarea cotidiana".
El cuento de hadas terminó el 20 de marzo de 2020. Ese día, Carlos Falcó fallecía a causa del coronavirus. "El señor ha muerto", recuerda que dijo al servicio en ese momento. Así empieza y termina el libro, lleno de luces, pero sin rastro de las sombras que se cernían sobre la relación, como la sonada exclusiva de este suplemento sobre la discusión en el Eurobuilding por la que él acabó en comisaría. También hay alguna que otra contradicción con lo que, hasta ahora, se ha publicado en los medios. Por ejemplo, en el libro, Doña explica que un día, de repente, sintió el impulso de abandonar El Rincón: "Sin Carlos, aquel era un hogar sin alma". Sin embargo, este suplemento publicaba que los hijos del marqués, tras unos meses, decidieron no seguir pagando los gastos del mantenimiento del palacio.
Tampoco trata en profundidad la relación de Doña con la familia, de la que siempre se ha rumoreado que no es muy buena. LOC ha podido saber de fuentes cercanas a los Falcó que no están interesados en entrar a comentar el libro. De hecho, hasta ponen en duda que lo vayan a leer. "Si hay una publicación dedicada a su padre y habla bien de él, pues ya está".
María Eugenia Yagüe publicaba en LOC una entrevista a Esther Doña en la que dejaba entrever que las cosas estaban, cuanto menos, frías con los Falcó: "Yo con quien estaba casada era con el padre y mi relación era con él, no con sus hijos. El padre desde arriba lo estará viendo todo".
Lo que también estará observando es su relación con el juez Pedraz, aunque según contó ella misma en ¡Hola! Carlos Falcó le llegó a comentar que, el día que él no estuviera, le gustaría que ambos acabaran juntos. Doña, como fiel amante, parece que ha seguido a pies juntillas los deseos de su marido. Menos en lo de los vaqueros, que hace poco paseaba vestida con ellos y unas converse por las calles de Madrid. ¿Hará entonces ahora algo más que darle al botón de la Nespresso?
La noticia de la publicación del libro de Esther Doña sobre su relación con Carlos Falcó fue todo un bombazo. Al principio fue por lo que podría contar, pero la expectación aumentó cuando, en septiembre de este año, se supo oficialmente de su relación con el juez Santiago Pedraz. Ambos se desenvuelven bastante bien como protagonistas del papel couché, aunque a él le está trayendo problemas. Recordemos que LOC publicó que el juez de la Audiencia Nacional José Ramón Navarro sugirió a su compañero que redujese su exposición mediática, dado que estaba provocando malestar dentro del tribunal.
A Doña, en cambio, le iba bien. Hasta ahora. El libro ha salido a la venta sin las florituras y grandes presentaciones que suelen rodear a este tipo de lanzamientos. Los motivos son un misterio, aunque tras leer los distintos episodios de la obra, puede ser que Planeta se esperase algo más que una historia de amor edulcorada.
Mientras, Tamara Falcó presentaba este mismo octubre su libro, 'Las recetas de casa de mi madre', en el que, a través de la cocina, desgrana detalles familiares de sus padres y hermanos . El libro de la hija del marqués de Griñón sí que tuvo una gran presentación. Además, al cierre de esta edición, se coloca en el ranking de libros más vendidos de plataformas como Amazon o Planeta de Libros. Ni rastro del de Doña. Lo mismo necesita tiempo.
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