El desierto de Atacama, al norte de Chile, es el lugar no polar más árido del mundo: kilómetros de nada con un calor asfixiante y una humedad inexistente.
En medio de este paraje inhóspito reside algo inesperado: un basural de ropa. 100.000 toneladas de prendas encontraron su destino final en el desierto, muchas con su etiqueta que marca que nunca fueron utilizadas.
Al basural se accede desde Alto Hospicio, una localidad cercana a la ciudad portuaria de Iquique. 25 kilómetros mar adentro, por un camino trazado por prendas blancas.
“Los cambiaron hace poco para que la gente no llegue al basural”, comentó Franklin Zepeda a TN, un emprendedor que hace 10 años denuncia este basural.
En el lugar, montañas de ropa, zapatillas, accesorios. Jeans nuevos, zapatos sin estrenar, algunos incluso con la etiqueta del precio. Todo tipo de marcas y orígenes.
¿De dónde sale toda esa ropa?
Chile fue por mucho tiempo un centro de ropa de segunda mano fabricada en China y Bangladesh, según publicó DW. Las prendas pasan primero por Asia, Europa y Estados Unidos antes de desembarcar en América Latina. Todo lo que no se vende, llega a Atacama.
39.000 toneladas de todo lo que las marcas no logran vender en Chile terminan en basurales en medio del desierto. ¿Y por qué no en los centros de desechos estatales? Los municipios rechazan la ropa porque no es biodegradable y contiene químicos nocivos para el ambiente.
Una industria altamente contaminante, en números:
El fast fashion pasó a ser trash fashion o moda basura: el 85% de los textiles producidos terminan en basurales o son incinerados; y cada segundo se quema el equivalente a un camión lleno de ropa.
La industria de la moda contamina las fuentes de agua, por la cantidad de ese recurso que se utiliza y vuelve a las napas con químicos; el mar por la liberación de microplásticos y el aire por el humo tóxico cuando se quema.
Pero además, tiene consecuencias sociales.
A pocos kilómetros del basural de Atacama se formó “la toma”, en palabras de Franklin Zepeda, un terreno ocupado con casillas precarias, la mayoría pertenecientes a venezolanos.
Los habitantes de “la toma” son quienes revisan el basural de Atacama, buscando ropa que puedan utilizar y revender.
Chile aprobó en 2016 la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, un instrumento legal de gestión de residuos que obliga a los fabricantes de ciertos productos, a organizar y financiar la gestión de los residuos derivados de sus productos. En 2021, el Gobierno chileno incluyó la industria textil entre las reguladas por esta normativa.
Pero además de la reglamentación legal, algunos emprendedores buscan soluciones más prácticas. Por el basural de Atacama, Franklin Zepeda fundó Ecofibra, una empresa que utiliza los textiles y los procesa para generar sistemas de aislamiento para hogares.
Aun así, se plantea la necesidad de modificar las lógicas de consumo y cambiar el fast fashion por el slow fashion. Existen varias opciones: desde comprar a productores locales, comprar ropa usada, donar y revender la propia.