No sé cuántos os juntáis vosotros en las celebraciones navideñas. En mi caso nos reunimos demasiados siempre que nos lo permite la salud. Reconozco que es agotador pero inolvidable así que repetimos año tras año. A los preparativos del menú se suma la decoración con su árbol cargadito, los nombres sobre el plato para que no discutan los cuñados, el belén, los gorros, las matasuegras y un largo etcétera.Llevamos mucho tiempo reciclando, pero siempre surgen dudas sobre qué hago con los residuos de la Navidad, con cada resto o elemento que ya no sirve. Desde Uppers vamos a recordar cómo reciclarlo todo además de qué hacer con las sobras de Navidad.
Después de las comidas o las cenas, el momento de recoger es un ir y venir del salón a la cocina. “Ya sabéis que en casa se recicla”. “Cada cosa en su cubo, por favor”. Son frases que ya nos sabemos de memoria, pero las repetimos por si alguno se despista. Además, son demasiados tipos de restos totalmente distintos que a lo mejor utilizamos o consumimos en contadas ocasiones. Estos días los residuos se multiplican por cinco, así que los cubos que usamos a diario seguro que se nos quedan pequeños. Ten en cuenta que, según el Instituto Nacional de Estadística, solo durante las fiestas de Navidad, se genera el 30% de la basura de todo el año.
En casa, en las fechas de reunión una gran ayuda es colocar en un rincón cinco cubos o cajas grandes con su bolsa correspondiente para los restos orgánicos (contenedor marrón); el vidrio (contenedor verde); el cartón y el papel (contenedor azul); el plástico, las latas y los briks (contenedor amarillo); y aquella basura que no se puede reciclar (contenedor gris).
Además, añadimos una caja más pequeña para las pilas gastadas y otra de gran tamaño para los elementos que irán al punto limpio. Con un rotulador indeleble escribimos en letras enormes qué se debe desechar en cada uno e incluso añadimos ejemplos con el tipo de basura que admiten para que los comensales lo tengan bien claro.
Todo lo que respecta a la comida nos lo tenemos bastante bien aprendido. Repartimos las sobras de forma civilizada, guardamos el pavo que quedó para hacer croquetas o canelones, congelamos las salsas para otro día en tarritos y hacemos una rifa “en broma” del hueso de la pata de jamón. El agraciado lo puede llevar al charcutero o al carnicero, cortado en trozos y congelado formará parte del cocido de los domingos. Hay millones de recetas en las redes sociales sobre la cocina del aprovechamiento, incluso con el turrón que ya no te atreves a terminar del plato como ingrediente.
En cuanto al reciclaje de los desechos nos ponemos en modo automático. Las cenizas y las colillas del tabaco o de los puros van al contenedor gris. En el cubo para restos orgánicos tiramos lo que ya está en mal estado, las cáscaras de los langostinos y de los huevos o las mondas de las patatas y de las zanahorias. Después todo irá al contenedor marrón. También echamos aquí los restos de la tarta que se había quedado pegada a su caja.
A su vez ésta irá destinada al contenedor azul si es de cartón, pero antes la liberaremos de su plástico si lo tenía para el contenedor amarillo. Las bandejas de poliespán de los ibéricos, la lata de los berberechos, los corchos de plástico… se destinarán igualmente al contenedor amarillo. Pero la caja donde llegaron las gambas la llevaremos al punto limpio si es de madera. Al principio de los tiempos cada proceso era más trabajoso, pero ahora se hace prácticamente sin pensar.
Una vez se acaba la Navidad y queremos que nuestra casa vuelva a ser como la de antes nos encontramos con cantidades de cosas y restos que ya no servirán al año siguiente. Es necesario armarse de paciencia, pero merece la pena este pequeño esfuerzo para reducir nuestro impacto ambiental.
El muérdago, el árbol de Navidad, las luces fundidas, los gorros ya inservibles, los matasuegras, las cajas y el papel de regalo, las cintas y los lazos de envolver, la ropa ya rota de los disfraces, el belén de cartón y las ovejas hechas con envases de yogur… No podemos tirarlo todo junto en una bolsa y dejarlo en cualquier contenedor. Nos tomará un pelín de tiempo separar los materiales de cada cosa como el matasuegras que incluye plástico y cartón. Habrá que agrupar lo que va destinado al punto limpio: las luces fundidas sin sus pilas que tienen su propio espacio o el árbol de plástico roto. Y por último será necesario reunir los textiles para dejarlos en los contenedores de ropa para reciclar.
Otra opción que ahorra trabajo y además es más ecológica es pensar bien antes de comprar algo nuevo si realmente hace falta. Reduces tu huella y tal vez lo puedas fabricar en familia con lo que se tiene en casa. Un árbol de cajas de zapatos de cartón, envolver con papel ya usado, adornar con figuras de cartulina de la caja de material escolar o coger piñas, ramas y hojas secas para los centros de mesa y el adorno de la puerta. Aquí también se puede tirar de redes sociales porque circulan por internet miles de ideas.
De todos modos, si te gusta estrenar árbol o adornos apuesta por aquello que esté hecho con materiales reciclados o acude a los mercadillos navideños, en muchos de ellos lo elaboran todo de forma artesanal y además son solidarios.