¿Me ama o quiere algo para comer? Los dueños conocen a sus gatos y a sus miradas penetrantes, aunque a algunos les cuesta identificar qué es lo que quiere expresar el animal.
De hecho, hay varias interpretaciones posibles, afirma Hester Pommerening, de la Asociación Alemana para el Bienestar Animal. “La mirada siempre debe analizarse en el contexto con el resto del cuerpo”, indica.
¿El gato está sentado o erguido? ¿Mueve la cola? ¿Cómo están sus orejas? ¿Maúlla? Hay que tener todo esto en cuenta para detectar el estado de ánimo del animal.
La entrenadora de mascotas Michaela Asmuss conoce siete diferentes posibilidades de interpretación, pero de antemano avisa: “Mirar fijamente se considera descortés y amenazante entre los gatos”. Sin embargo, con el tiempo han aprendido que las miradas con los humanos pueden conducir a algo bueno, como el alimento y la atención.
Así, algunos gatos miran a sus cuidadores con una mirada intensa para recordarles que es la hora de comer. Al principio, el animal se muestra reservado, permanece sentado tranquilamente y se limita a mirar inmóvil.
Si el humano no reacciona como el gato desea, el siguiente paso podría ser eventualmente un “miau”. El animal también puede empezar a caminar alrededor de su cuidador y frotar su espalda contra las piernas de este último.
Cuando el humano finalmente se pone en movimiento, el gato intenta llevarlo en dirección a la cocina. “Los gatos tienen un reloj interno que rara vez los engaña”, asegura la experta.
Los gatos aprenden este comportamiento a través de un malentendido: miran fijamente a su humano por alguna razón, este piensa que el animal tiene hambre y se precipita hacia el refrigerador. Como resultado, el gato inteligente mira fijamente a su cuidador naturalmente más a menudo.
Esto también ocurre cuando el humano está comiendo y el gato quiere algo. Algunos lo comunican muy claramente llevando su mirada de forma repetida del dueño al plato y viceversa o siguiendo cada bocado con los ojos.
Otros se quedan mirando a su dueño mientras levantan erguida la cola y la hacen temblar. En esta situación, algunos también recurren a la combinación de miradas y ronroneo, mientras que otros prefieren levantar su pata para expresar discretamente su reclamo.
Los gatos también miran fijamente a sus dueños cuando quieren llamar su atención. “Por ejemplo, cuando está sentado frente al ordenador, absorto en un libro o dormido. Algunos gatos son maestros en el arte de mirar fijo al cuidador cuando este está durmiendo hasta que lo despierta”, dice Asmuss.
En estos casos, el gato se sienta o se tumba completamente relajado, sus orejas se dirigen atentamente hacia adelante. Algunos también maúllan o levantan una pata para señalar su deseo de contacto. Si la persona responde, el gato ronronea o empieza a dar leves patadas con sus patas.
Lo más bello de las miradas es que también pueden ser un gesto de simpatía, incluso también de amor. Es que si al gato no le agradara su dueño, le sería incómodo el contacto visual. El parpadeo va un paso más allá, porque con él los gatos expresan su profundo afecto. “Responda con un parpadeo”, recomienda la experta en gatos.
Otra de las razones positivas de las miradas puede ser la curiosidad, como por ejemplo cuando el dueño del gato está haciendo algo interesante, desde el punto de vista del gato, como sería tener en las manos un pequeño objeto que se mueve rápidamente.
El animal lo percibe como una posible presa y se alista en posición de caza, con el cuerpo ligeramente tenso y, quizás, un poco inclinado hacia adelante. Las orejas y los bigotes también se inclinan hacia adelante, mientras la cola se mueve un poco por la excitación.
Sin embargo, resulta riesgoso cuando los gatos observan fijamente y con esa postura los pies o los dedos de sus dueños: se trata de un inminente ataque y la persona deberían mejor poner en resguardo sus extremidades.
La mirada fija también se puede observar en la situación de caza real. Dado que los gatos solo tienen que humedecer sus córneas con relativa poca frecuencia mediante el parpadeo, pueden vigilar de cerca a su víctima potencial para luego lanzar el ataque en el momento adecuado.
“También miran de forma amenazante a otros gatos extraños en su territorio”, señala Pommerening, de la Asociación para el Bienestar Animal. Si ninguno baja la vista, se puede llegar a una pelea.
El gato también puede expresar una amenaza con su mirada en el trato con humanos. El animal pone su cuerpo rígido y se ensancha, con la cabeza ligeramente más baja que el tronco, las orejas se vuelven hacia atrás, las pupilas se estrechan. La cola baja y forma una “L”, el pelaje se eriza. Además, se puede escuchar un gruñido. “Entonces se aconseja precaución”, advierte Asmuss.
Incluso los gatos temerosos miran fijamente, porque tratan de percibir cada movimiento de su potencial enemigo para tomar la decisión de atacar o huir.
El gato temeroso se agacha en un rincón o contra la pared. Las pupilas se le agrandan, las orejas se vuelven hacia los lados o hacia atrás. La cola rodea al gato como si fuera una protección. Si la persona se acerca al gato, el animal puede bufar, algo que debe ser tomado muy en serio como una advertencia.
La entrenadora de mascotas recomienda calmar a los gatos amenazantes o asustados con un parpadeo, mirando luego hacia otro lado y volviendo lentamente, hablando en voz baja y tranquila.
“Parpadear y apartar la vista siempre demuestra que se tienen buenas intenciones”, resume. En general, la experta recomienda no mirar fijamente a los gatos, aunque estos lleven varios minutos mirando. Porque aunque los gatos lo hagan, en el fondo sienten que mirar fijamente es una descortesía.