Francisco Chan es vocal de la Asociación para el Desarrollo y la Defensa del Mundo Rural-Alma Rural, un colectivo que define como «un pegamento de asociaciones» que nació con la finalidad de dar visibilidad e intentar solucionar los problemas que acucian al campo y a las gentes que quieren vivir en y de él. Tienen alrededor de 80 socios «que conservan toda su independencia». No pretenden ser un sindicato ni mucho menos, solo ponérselo más fácil a agricultores, ganaderos y muchas otras profesiones inevitablemente vinculadas a lo rural. «Cuatro locos», dice.
Chan habla de que «no es una cuestión política, sino de ignorancia en la ciudad acerca de cómo funcionan las cosas en los pueblos». «Tenemos una sociedad anestesiada. Hay que ponerles la verdad delante de los ojos» para que vean que, si no se cuida a la ganadería y a la agricultura, «vais a comer plástico» procedente de otros países en los que las maneras de producir están a años luz de las normas españolas y comunitarias.
Y es ahí donde subyace la principal razón (aunque hay muchas más) de la manifestación que se celebró este domingo en Madrid. En que los ganaderos no cobran lo que deben y los agricultores se ven bombardeados por productos foráneos que entran por la frontera sin que su calidad le llegue a la suela de los zapatos a la de los productos locales; eso sí, lo de fuera es más barato.
El campo ruge en MadridEste vocal de Alma Rural cuenta que trabajan de manera muy proactiva, muy pegados al territorio para conocer la realidad de las explotaciones y luego poder trasladarla a los políticos, «diputado por diputado», sin mirar siglas ni colores. «Son muchas horas de videoconferencia con agricultores y ganaderos y muchas cosas las que he visto. Es duro ver llorar a un productor de cabritos de Guadalajara que te cuenta que se ve obligado a separar a las hembras de los machos para que no se queden preñadas porque le sale más caro mandar a los cabritos al matadero que lo que luego cobra por ellos».
Es gente que tiene hijos, hijos que quizá quieran ir a la universidad; quizá para ser ingenieros agrónomos y continuar con la explotación o quizá para hacerse abogados y huir de un mundo rural que les maltrata, eso es lo de menos. Lo que cuenta es que sus padres muchas veces no pueden darles esos estudios porque el margen de las granjas o los cultivos no da para ello, cuenta Chan. Y es triste que ocurra eso a quienes dan de comer al resto de la sociedad, a quienes sustentan a un sector que lleva el nombre de «primario» por algo.
Alma Rural se dedica a recoger esta realidad: la del ganadero de Guadalajara, la del citricultor de Valencia que deja las naranjas en el árbol porque no le sale rentable recogerlas y muchas otras similares. Y luego trata de trasladarla a los políticos, que son quienes deben, en última instancia, trabajar para llevar a cabo los cambios necesarios para solucionar los problemas. «Detrás del diputado hay una persona que suele mostrar empatía por estos problemas» y así se van consiguiendo «cambiar pequeñas cosas, dice Chan». «No queremos la foto fácil con el político. Esa ya vendrá al final, cuando las cosas estén solucionadas. Queremos trabajar».
El campo ruge en MadridEso se vio el domingo en La Castellana madrileña. A pesar de que todos los ciudadanos estaban invitados, también los políticos, ninguno de estos últimos que acudieron subió al escenario para dar el discurso de rigor porque no era su día. «No queríamos sesgo político». Y no lo hubo. Era el día del campo.
Ley de bienestar animal.
Con el mundo rural ya caliente, el globo sonda lanzado en septiembre del año pasado por la Dirección General de Derechos Animales fue el detonante de la movilización del pasado domingo. Se trata de un texto que pretende ser el germen de una futura ley de bienestar animal, pero que ha contentado poco o nada a los sectores afectados. Chan la considera como «una manera de hacerse ver, de decir que están ahí, aunque no hagan nada». La intención de Alma Rural es «abortarla antes de que se convierta en anteproyecto. Y si no, como mínimo pulirla hasta que no la reconozca ni su madre» porque, argumenta, no es normal que una norma de este tipo «no diferencie entre animales de compañía y animales de trabajo». Una muestra más del desconocimiento que hay en las ciudades.
«No puede ser que al pastor le obliguen a comprar sus mastines castrados en un criadero, porque la selección que llevan haciendo los propios pastores con sus perros durante siglos va a desaparecer» en un año. Algo similar ocurre con los perros de caza, otro de los colectivos que estuvo bien representado en Madrid. La norma quiere impedir que los perros trabajen antes de los 18 meses de edad, pero a esa edad ya deben llevar muchas horas de trabajo para poder aprender. Es algo así como si a los chavales se les impide ir al colegio para no estresarlos y a los 18 años se les manda a la universidad sin haber pisado un aula previamente.
El campo ruge en MadridLos servicios jurídicos de Alma Rural trabajan para que este texto no vaya adelante. Según explica Chan, tiene defectos, como invasión de competencias de las comunidades autónomas o cuestiones en contra de la Ley de Protección de Datos. El propio Ministerio de Agricultura tampoco la ve con buenos ojos y aboga por no incluir en ella a los animales de trabajo.
Respecto a esta potencial futura ley, Chan lamenta que los organizadores de la manifestación que se va a celebrar el 20 de marzo también en Madrid, con la Real Federación Española de Caza y las principales organizaciones agrarias a la cabeza, no se juntara con la del pasado domingo, pues a ellos también les afecta de lleno. «Para marzo, una de dos: o la ley está muerta, o habremos fracasado. Habremos fracasado todos». Alma Rural se puso en contacto con los organizadores de la otra protesta para intentar unir las dos, pero no se llegó a un acuerdo en cuanto a las fechas. «Esperamos que tengan éxito. Nuestra mano siempre está tendida», dice Chan.
La manifestación.
La Subdelegación del Gobierno en Madrid habla de 6.000 asistentes, cifra muy difícil de creer dado el tiempo que tardó la marcha en pasar bajo el paso elevado de Eduardo Dato. La organización, que esperaba más concurrencia, contó 160.000 personas. Seguramente una cifra exagerada, pero casi seguro más cercana a la realidad que 6.000. Francisco Chan dice que «el número exacto es secundario. Ha sido una gran manifestación con una gran repercusión», que era al fin y al cabo lo que se pretendía.
El campo ruge en MadridLa marcha partió de la plaza de San Juan de la Cruz, junto al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, departamento responsable de la prohibición de la caza del lobo, un hecho muy presente durante toda la mañana. «Cantabria: de paraíso natural a lobo, ruina y matorral», podía leerse en una de las pancartas que avanzaron por Castellana.
Pero antes de comenzar a caminar hacia el ministerio de Agricultura, hubo tiempo para reivindicaciones en el escenario que se montó al efecto. Todos los colectivos presentes tuvieron su turno, desde agricultores y ganaderos hasta criadores de gallo combatiente español, pasando por el sector de la pesca comercial y el de la recreativa, la caza, la apicultura, la tauromaquia o la cetrería. La manifestación también fue apoyada por el presidente de el Movimiento de la Ruralidad francés, Eddie Puyjalon, quien deseó que acciones como ésta sirvan para que España genere una «gran fuerza política» por sus pueblos y expresó la necesidad de que ese movimiento se extienda al resto de países de la Unión Europea. Este movimiento francés tiene más de tres décadas de historia, pero en España fue conocido por los famosos chalecos amarillos.
El principio de preferencia comunitaria fue uno de los asuntos que más tiempo ocupó en las reivindicaciones. Consiste en dar preferencia a los productos de la Unión Europea sobre los de fuera y es uno de los pilares sobre los que formó la organización continental, pero los agricultores y ganaderos alzaron la voz para denunciar que no se está cumpliendo. Que entran productos que no cumplen las exigencias de producción a los que ellos tienen que atenerse y además más baratos, de manera que es imposible competir, dado que los consumidores seguimos dando más importancia al precio que al origen de lo que comemos en demasiado casos.
El campo ruge en MadridDespués de que cada colectivo expresara sus denuncias y reclamaciones comenzó una marcha impecable en cuanto a comportamiento que terminó cuatro kilómetros más abajo, junto al Ministerio de Agricultura. En el recorrido se pasó por delante del Ministerio de Consumo (Garzón) y del de Derechos Sociales y Agenda 2030 (ley de bienestar animal), momento en el que los tractores aprovecharon para hacer sonar sus bocinas con intensidad.
Tras esos 50 tractores llegados de Asturias que encabezaron la marcha se pudieron ver caballos andaluces, carros tirados por bueyes, mulas, burros, perros de caza y de pastoreo... Muchos transeúntes aplaudieron al paso de los manifestantes. Otros miraban los bueyes y las mulas como si fueran una aparición, quizá porque en algunos casos era la primera vez que veían esos animales.
La manifestación tuvo su espacio en todos los medios nacionales, con más acierto en unas ocasiones que en otras (se llegó a citar a unos camellos que no pisaron la castellana en ningún momento). Y también algunos medios internacionales se hicieron eco de la protesta, algunos en países bastante inesperados.
Según la web cinegética club-caza.com el medio estadounidense Federal News Network publicaba que «agricultores, ganaderos, cazadores y simpatizantes de la oposición acudieron el domingo a la capital española de Madrid para protestar por las políticas ambientales y económicas del gobierno de centro-izquierda de España que, dicen, están perjudicando a las comunidades rurales». Medios de comunicación de China y de la República Checa, según la misma web, también recogieron la información acerca de la manifestación del pasado domingo en Madrid.